Mal de ojo: una explicación lógica y responsable ||




El mal de ojo es una creencia popular que indica que otra persona por el solo hecho de mirarnos puede producirnos algún daño. Pero ¿Es realmente cierto esto? No, en absoluto. No al menos como se cuenta en los mitos y leyendas. 

Si se analiza el cuerpo de esta creencia nos damos cuenta enseguida que lo que ha construido semejante leyenda es el miedo que el ser humano ha tenido a lo desconocido lo que combinado con malestares o sucesos desagradables producen que se establezca una correlación (no comprobada) entre la mirada apática de alguien a quién no le caemos bien con las cosas malas que nos pasan en la vida. Así no es extraño encontrar historias por montón en dónde alguien se pelea con otra persona y luego de eso misteriosamente empiezan a ocurrir desgracias como un accidente, la muerte del gato o la imprevista petición de divorcio de la pareja. El afectado entonces al no encontrar respuestas coherentes a tantas desgracias juntas se convence de que quizá esa persona con la que se peleó hace un tiempo atrás le pudo haber "ojeado". 

Ahora bien, para llegar a la conclusión de que alguien nos ha hecho mal de ojo deben combinarse un par de elementos fundamentales como son la falta de análisis racional producto de una herencia cultural en la que las leyendas son conceptos adquiridos como verdades y la angustia que produce el saberse sin el control sobre los sucesos de la propia vida. A veces las personas no tienen la culpa de haber nacido en un sitio dónde todos creen en el chupacabras o en el mal de ojo y en dónde sin quererlo ni beberlo adoptan ideas y costumbres que a futuro considerarán normales pero que contrastadas con una mente científica no serán más que historias de fantasía. En ese sentido no se puede castigar ni tratar como tonto a alguien que crea en el mal de ojo aunque si será necesario explicarle, si es que le apetece, que esa correlación que ha establecido empujado por la superstición tiene en realidad otra explicación. 

El verdadero sentido de esta creencia se explica a través de causas psicológicas y un sesgo cognitivo que impide indagar en retrospectiva el origen de situaciones negativas. Al no analizarse correctamente las causas de lo malo que nos pasa se rellena el espacio vacío con superstición lo que sumado a la sugestión que nos produce el mal rollo que podemos tener con otra persona crea el ambiente propicio para la creencia en el mal de ojo. Entonces el paso lógico para liberarse de esa trampa cognitiva es establecer un mapa en nuestra mente que nos permita recordar paso a paso lo que sucedió en nuestra vida antes de que lo malo apareciera. Por ejemplo, recuerdas que mucho antes de pelearte con la persona que crees que te ha hecho mal ojo ya estaba la cosa inestable con tu pareja por tanto el motivo del divorcio no se justifica con el mito sino con un proceso escalonado de desastre que no has sabido anticipar o predecir. El gato que se te murió tenía una infección crónica que arrastraba hace años y que coincidió con tu divorcio porque con tanto lío de pareja el gato quedó prácticamente abandonado a su suerte. Luego si habían deudas que han dejado un agujero económico entenderás que no es más que el resultado final de una vida inestable y en la cual no ha existido una gestión anticipativa correcta. Finalmente al descubrir el entramado oculto detrás de las desgracias la idea es asumir la responsabilidad propia en la catástrofe e intentar arreglar lo que se pueda alejado completamente de la superstición. La mejor cura en este caso será el sentido común y no frotarse un huevo por todo el cuerpo.





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