La ira y la violencia como herramientas legítimas ||




He estado pensando en la ira y la forma en que esta emerge de forma incontrolable cuando nos sentimos atacados o heridos de forma física o emocional. De repente personas con apariencia de ángeles pueden transformarse en verdaderos energúmenos que no atienden a razones cuando se les toca en un lugar que les duele. Hay algo en nosotros primitivo y antiguo que al sentirse acorralado muestra los dientes y está dispuesto a defenderse hasta las últimas consecuencias. Entonces sobreviene una furia ciega y sorda que golpea como un latigazo y cuya vibración afecta al entorno completamente, transformándolo y recalibrando la percepción de todos los presentes. Hay un quiebre, un salto desde la calma anterior en dónde nadie nos aprieta ni agobia a la tormenta de truenos que se desata cuando perdemos la paciencia.

Esta explosión violenta a veces no es bien mirada y se confunde con el puro afán de destrucción sin sentido cuando en realidad detrás de ella suele haber siempre un ser con sentimientos que se ha transformado en esa masa de chillidos o puñetazos porque algo en su interior se siente ofendido, dañado o poco respetado. Me pregunto entonces ¿Somos realmente conscientes de lo que hay detrás del que se enfada? ¿Sabemos quién es realmente esa bestia que nos mira con ojos asesinos y que puede ser nuestra pareja, nuestra madre o cualquier hijo de vecino? ¿Crucificamos al instante a este ser airado o tratamos de indagar en su naturaleza más profunda, entendiendo su verdadera motivación? Desde mi perspectiva la fiera airada siempre tiene un motivo y ese motivo es el dolor o el miedo. De la misma forma en que no permitiríamos que alguien nos clave un cuchillo lentamente en el pecho tampoco lo permitiríamos si ese daño se intenta hacer sobre nuestro mundo emocional. Si alguien intenta dañar nuestro corazón puede que nos lancemos al cuello del desafortunado que ha realizado tamaña acción consciente o inconscientemente. No podemos evitarlo, es algo instintivo, el dolor nos hace explotar y buscamos la forma de romper la situación que nos agobia para así liberarnos como se libera un tigre de sus captores: a punta de gruñidos y zarpazos. Entonces ¿Hay pecado o inmoralidad en la bestia que se defiende y ataca sin miramientos para protegerse? Yo creo que no. Hay pureza en el instinto salvaje y eso es algo que también debe ser respetado. El legítimo derecho de mandar a la mierda a los demás cuando nos sentimos atacados o dañados de cualquier forma. El legítimo derecho de dar un puñetazo y morder a quienes pretenden capturarnos o encerrarnos en sus propias leyes. Desdeñar o despreciar a la bestia, pensar que la ira es solo para los locos o las personas poco civilizadas es solo un gesto de renuncia, una negación de la bestia que todos llevamos dentro y que es también esa bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento.

Cuando pensaba en todo esto imaginaba un grupo de leones apacibles en una selva, cada uno en su espacio. De repente y sin querer uno de los leones cae sobre otro y ese otro al verse instintivamente en peligro lanza un gruñido y muestra los dientes, mordiendo incluso. Es una escena violenta, digna de animales. Y he ahí el punto. Presuponer que somos algo distinto a eso sería mentirnos cuando en realidad sabemos que lo somos solo que maquillado por un montón de normas y moralidad que hacen que el salvajismo primitivo parezca algo feo y poco digno de ser llevado. Pero ahí y detrás de todos los colores de nuestra máscara sigue estando aquel que volverá a estallar cada vez que se sienta en peligro o acorralado. Ahí estará siempre la pureza y belleza del salvajismo que nos salva y protege, cuando sabemos llevarlo con dignidad y conciencia. Siempre habrá, entonces, una posibilidad legítima de romper con todo.


NOTA: 

El contenido de esta entrada puede complementarse con la entrada anterior en dónde hablo de los conflictos entre personas. Allí mencioné lo inútil que es meterse en líos o discusiones sobre los puntos de vista ya que cada cual tiene la libertad de pensar lo que quiera. Sin embargo en esta entrada defiendo la violencia y la ira cuando su objetivo es protegerse de una acción directa de daño por parte de otros. Así entre una entrada y otra podemos constatar los dos extremos de una misma energía que se manifestará dependiendo de nuestra elección o de dónde nos queramos meter. Para revisar y leer la entrada anterior completa haz clic AQUÍ.
 





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